Publicado por : Mariana Lopez junio 05, 2013

Antes la muerte era el final, ahora sólo era el comienzo de la agonía. La vida y la muerte estaban separadas por una fina línea casi transparente con la que Bella, Edward y los demás supervivientes de Nueva York tenían que lidiar día a día tras expandirse la plaga. Ahora los muertos eran el enemigo.

Autora: Atenea85
Personajes: Edward y Bella
Clasificación:  Fiction M
Ubicación: Fanfiction.net


"La muerte es el menor de todos los males." – Francis Bacon
Siria, Homs 14:22 hora local
Amun Yasu se había convertido hacía unas cuantas horas en uno más de los siete mil ciudadanos sirios asesinados desde que comenzó el conflicto civil del país. Siempre se hablaban de cifras estimadas, por supuesto. Podrían ser menos…o podrían ser más.
Con toda seguridad eran más.
Números.
Las personas en estas circunstancias se reducían a simples cifras. Solamente un cuerpo más para contar en las estadísticas que los corresponsales de guerra anunciaban en las noticias de las nueve.
Esas personas habían dejado de ser hombres y mujeres. Sólo eran cuerpos. Cuerpos privados de la vida en un acto violento, almas arrancadas de su cuerpo…
Amun, de dieciséis años, se había convertido en el cuerpo número veintiséis de esta masacre. Sólo un más de todas aquellas personas que habían acribillado a balazos en una confrontación sin sentido llevada a cabo por el ejército de Bashar al Assad contra el principal bastión rebelde de Homs.
Sólo otra revuelta de tantas. Ni la primera ni la última.
Cientos de personas se habían reunido para dar el último adiós a las víctimas más recientes. Los llevaban a hombros en rudimentarios ataúdes hechos de madera de manera apresurada. Los cuerpos apenas estaban tapados con sábanas, mantas, banderas…Lo que fuera. En el mejor de los casos el lienzo que les cubría estaba limpio.
La gente gritaba, todos se lamentaban, gritaban protestando clamando venganza en nombre de los recientes desaparecidos. Las mujeres en un discreto segundo plano lloraban con las fotos de sus seres queridos desaparecidos agarrándola con fuerza contra su pecho dolorido.
Creciendo con amor y
alimentando los con reviews

Todos esos cuerpos, incluido Amun, descansarían en apenas unos minutos en una fosa común en las afueras de la ciudad. La guerra era cruel y traía con ella consecuencias y efectos secundarios igual de horribles. Virus, enfermedades, plagas, infecciones…Apenas se podía velar a un ser querido muerto. Apenas se podía tener una despedida digna por miedo a las infecciones.

No era justo.
La horda de gente en las calles creaban un sonido ensordecedor. Aún así, los hombres que llevaban en hombros el féretro de Amun notaron algo raro.
Vibraciones.
Quizás se trataba del simple rebote de las ondas acústicas en la madera. El griterío era ensordecedor, seguramente los pocos cristales que quedaban en las ventanas de las casas también se estarían moviendo.
No.
No eran vibraciones. Eran golpes. Sí, golpes…golpes rítmicos.
Los hombres se miraron entre sí y pidieron silencio. Gritaron para hacerse oir entre la multitud.
Sí. Por supuesto que eran golpes.
Como si de una onda expansiva se tratara los cientos de personas allí congregadas se fueron callando hasta lograr un silencio absoluto y sepulcral entre la gente. Tal era el silencio que daba miedo. Por primera vez en muchos meses en esa calle no se oía absolutamente nada.
Salvo los golpes que procedían del ataúd de Amun.
Despacio, muy despacio, dejaron la caja de madera que contenía el cuerpo del joven y se congregaron a su alrededor. Su madre, una mujer que apenas pasaba de los cuarenta años y que llevaba su cabeza tapada por un pañuelo negro, apartó violentamente a la gente hasta llegar al lugar donde descansaba el cuerpo de su hijo.
De un violento tirón apartó el lienzo que le cubría.
Una exclamación general de horror rompió el silencio que inundaba la calle al ver el estado del cuerpo del chico. Dos enormes agujeros similares a puños atravesaban de parte a parte su caja torácica. Las heridas eran grandes, crueles y totalmente incompatibles con la vida de cualquier manera.
Pero aún así su mano derecha seguía golpeando la madera desde dentro de manera rítmica. Todos se miraron entre ellos.
A veces eso pasaba, ¿no? A veces los cadáveres sufrían espasmos post mortem. Eso no era tan raro, ¿cierto? Una contracción involuntaria del músculo. Sólo eso. Lo que sí que no podía hacer un cadáver involuntariamente era abrir los ojos.
Pues no. De lo que nadie pareció darse cuenta fue de que en su mano derecha, en la cara interna, Amun tenía otra herida más. Esa no había sido provocada por ningún tiroteo. Era un mordisco.
Amun, con el pecho totalmente abierto por aquellas heridas de bala, abrió los y miró a su madre.
Segundos después la mordió.
El caos se desató.
72 HORAS DESPUÉS
MANHATTAN 17:15 hora local
Lo que parecía ser un incendio sin importancia en una parte del Instituto Anatómico Forense se convirtió en el principio del final.
Jasper Withlock, jefe de bomberos del escuadrón número dos del distrito de Manhattan, indicaba a sus hombres el procedimiento a seguir. Aún no les habían informado sobre posibles víctimas en en el interior del edificio.
Jasper miró el dispositivo que sus chicos habían empezado a montar; mientras tanto tapó su cabellera rubia con el casco protector, manipuló su equipo de respiración autónoma que llevaba a sus espaldas, se bajó la visera y se colocó la mascarilla y se adentró en el edificio.
A pesar del calor que desprendían las llamas Jasper sintió un aire gélido incluso a través de sus protecciones de bombero.
Revisó junto con dos compañeros las salas contiguas a la incendiada. Las salas de autopsias estaban vacías, aunque los utensilios para proceder al examen post mortem descansaban en bandejas encima de las mesas.
Todas esas mierdas parecían elementos de torturas.
—Sala dos vacía —la voz de Felix resonó a través del maldito walkie talkie que llevaba encima.
—Recibido.
A pesar de que sabía que tenía que abandonar la sala Jaspe se quedó mirando con horror la sierra manchada de sangre, los escalpelos, las pinzas, los separadores…Por el amor de Dios, aún había sangre…¿Dónde estaba el cadáver? Quizás le habían desalojado de la sala al declararse el incendio.
Sí, podía ser.
En los más de diez años de trabajo de Jasper como bombero había acudido a incendios en sitios raros, pero ninguno como este. Era siniestro que la gente no pudiera descansar no después de morir. Tenebroso.
Se giró apartando la mirada de esa sala de los horrores, cogió el walkie con sus guantes ignífugos y se lo llevó a los labios.
—Informe de situación —vacío —Repito, informe de situación —estática —Joder…
—Te recibo —la voz de Steve sonó distorsionada por la estática y el ruido de fondo —Hemos tenido u pequeño problema con los malditos productos químicos pero todo está más que controlado.
—Te copio. Voy para allá.
Jasper echó una última mirada a esa sala antes de ir al encuentro con sus compañeros. Cuando salió al pasillo se encontró cara a cara con lo que jamás había creído poder ver.
Había un hombre en mitad del pasillo. Un hombre desnudo. Con la espalda en llamas.
Lamentablemente a lo largo de su carrera había visto mucha gente ardiendo. Gritaban. La gente gritaba pidiendo ayuda, se revolvía, intentaba apagarse el fuego de una manera u otra. Pedían auxilio. Este hombre no. Y Jasper supo el porqué cuando se giró. Este hombre tenía el pecho abierto en una "Y" perfecta. Que lo partiera un rayo, pero a este hombre le acababan de practicar una autopsia.
Estaba muerto, joder. Estaba muerto pero se mantenía en pie.
La piel de su pecho colgaba dejando ver a Jasper su esternón y parte de sus órganos internos. Miró a los ojos del supuesto cadáver; estaban blanquecinos. A Jasper le recordó a los ancianos ojos enfermos por las cataratas de Toby, el perro que tuvo cuando era niño.
No sabía qué demonios hacía ahí parado. Tenía que moverse, tenía que hacer algo. Joder, tenía que dar parte de lo que estaba viendo sus ojos.
Cogió de nuevo el walkie. Entonces las aletas de la nariz de ese ser caminante y sin vida se ensancharon. Su boca se abrió enseñando los dientes como si fuera un perro de presa.
En segundo y medio se echó encima de Jasper. Quería atacarlo. Apresarlo. Quería morderlo.
La plaga se había desatado.

Volver a responder

Déjanos tus comentarios, el blog se alimenta de ellos, y a nosotras nos entusiasma cada palabra que nos dejas.

Suscribete a la Entrada | Suscribete a Comentarios

- Copyright © 2013 Fanfiction Revolution - Fanfiction Revolution | Grupo Facebook |- Todos los Derechos Reservados -